El concepto Síndrome de Fatiga Informativa (IFS) o Technostress, aparece formulado por primera vez en un informe de la agencia Reuters titulado Dying for information?
elaborado por el psicólogo Davis Lewis en octubre de 1996 tras estudiar
a 1.300 directivos de Reino Unido, USA y Hong Kong. Aunque muchos años
antes el neurólogo ruso Levon Badalian ya advertía sobre el daño que el
exceso de información provocaba en el desarrollo neurológico y cerebral
de los niños, siendo el causante de muchos de los trastornos del
aprendizaje. En España Alfons Cornellá a principios en 1999 utilizaba el
término intoxicación para referirse a la contaminación informativa por exceso de información siendo este exceso más perjudicial que provechoso.
Según el estudio sobre el uso del correo
electrónico en España, encargado por ContactLab en 2009 se recibían en
España un total de 350 millones de mensajes de correo electrónico, lo
que significaba que cada uno de los 15,7 millones de usuarios de la web
recibía diariamente 23 e-mails. Cada usuario de Internet estaba en
aquella fecha suscrito a una media de 6,6 listas de correo electrónico y
recibía informaciones y actualizaciones. Además, las mujeres recibían
de media más mensajes por correo electrónico al día que los hombres, y
estaban suscritas a un mayor número de Mailing Lists. Durante estos últimos años estas cifras se han multiplicado con la llegada de las redes sociales.
El síndrome se da en personas que
tienden a manejar grandes cantidades de información procedente de
libros, revistas, periódicos, correos electrónicos, móviles y sobre
todo redes sociales. Los síntomas más destacados del mismo son: estrés,
ansiedad, confusión, superficialidad y falta de atención, además de
daños en las relaciones personales
Durante siglos hemos asociado más
información con más libertad, pero no por tener más información nos
sentimos más libres y más satisfechos. La información es necesaria para
la vida moderna, muchos profesionales dependen de disponer de
información contrastada, pero el problema surge cuando sobrepasamos el
umbral de aquella que somos incapaces de asimilar y procesar, lo que nos
lleva frecuentemente a empeorar nuestra capacidad analítica, nos
conduce a tomar decisiones erróneas y como consecuencia nos produce una
enorme ansiedad. Si nos retrotraemos a hace no muchos años cuando los
canales informativos se circunscribían a los medios de comunicación
clásicos como radio y televisión o aquellos otros más tangibles como los
libros podemos ser conscientes de la importancia que ha adquirido este
fenómeno en la llamada Sociedad de la Información.
La cantidad de información ha aumentado
por varias razones. Por un lado la Sociedad de la Información ha
destacado la información como un valor esencial, y por otro ha
potenciado la necesidad de estar constantemente hiperconectados. El
fenómeno se desboca cuando como ocurre como en el caso de las redes
sociales todos somos capaces de producir información porque son mejores
los mecanismos para producirla, y también aquellos otros que permiten
organizarla y buscarla (Fanjul, 2011). Manejar mucha información provoca
la parálisis de la capacidad analítica.
Aunque tampoco hay que asociar de
Internet y redes sociales con algo negativo. La tecnología está
produciendo cambios cognitivos importantes, facilitándonos la
comunicación con los demás y el aprendizaje. Aunque siempre se destacan
las capacidades para la formación, y el aprendizaje, otro de los valores
esenciales de las redes sociales que no siempre se pone de relieve con
la importancia que realmente tiene es el ocio. La Teoría de los 6
grados [1] expuesta por Microsoft corrobora que todos estamos
relacionados entre si por una media de 6 grados de separación, es decir
que necesitaríamos seis intermediarios o menos para relacionarnos con
cualquier otro usuario, tomando como base que dos personas se conocían
si habían intercambiado al menos un mensaje de texto (Horvitz, Leskovec,
2007) que explica la verdadera importancia que tiene la difusión de
información que hacemos cada uno de nosotros y que a la vez esta
relacionada con otras personas, aunque no sea nuestra intención.
El Tecnostress es una enfermedad
provocada por la incapacidad de hacer frente a las nuevas tecnologías de
la informática de una manera saludable. Esta enfermedad puede
manifestarse tanto en aquellas personas que les cuesta más adaptarse y
aceptar la tecnología informática, o aquellas que tienen un exceso de
identificación con la tecnología informática. Los primeros a menudo se
sienten presionados para aceptar y usar los ordenadores. Esta presión
puede causar dolores de cabeza, pesadillas, o la resistencia al cambio.
Mientras que las personas que pasan intensas y largas horas con el
ordenador comienzan a interiorizar inconscientemente las características
de la computadora y considerar la máquina como parte de su estado de
ánimo (Brod, C., 1984).
En el lado opuesto está la adicción a
Internet (IAD, Internet Addiction Disorder) un trastorno estudiado
recientemente y del que aún se conoce poco, o casi nada. Según algunos
datos los hombres son más adictos a la red que las mujeres con cifras
que rondan el 80% El 20 % restante son adultos dependientes de los
juegos de azar en línea y los sitios de pornografía. En los casos más
agudos algunos de los jóvenes diagnosticados pasaban hasta 18 horas al
día delante de la pantalla, en un flujo continuo de información y
emociones. Las principales consecuencias que conlleva esta adicción son
la pérdida de sueño y la concepción dilatada y distorsionada del tiempo y
del espacio, con efectos sobre la conducta que muestran un aumento en
la agresión y la desinhibición sexual.
Las redes sociales , en particular
proporcionan la ilusión de la gestión de las emociones a voluntad, pero
en estos caso de alta dependencia las palabras y las acciones de la vida
cotidiana adquieren para estos individuos una concreción casi virtual.
La terapia utilizada hasta ahora son
diferentes de un lugar a otro. En los EE.UU. , a algunos pacientes se
les aconseja tener y tratar a un animal. En los Países Bajos llevará a
dar un paseo en la naturaleza. En la terapia consta de dos citas
semanales : una sesión individual y uno del grupo . En las reuniones se
toma la acción colectiva en torno al síntoma que, en el caso de los
adultos, se les recomienda disponer de un horario de tiempo libre, y a
los adolescentes relacionarse con el mundo real.
El IAD es un claro indicador de
problemas familiares más complejas. a menudo se dan cuenta de que la
base son problemas sin resolver entre los padres y el chico. Y la
terapia es una oportunidad para hacer frente a los mismos. Entre los
chicos hay que distinguir los “antisociales ” y los “no sociales” . En
el primer grupo de se caracterizan por la agresividad y por utilizar
este comportamiento como una represalia contra el control de los padres;
en el segundo se trata a menudo las personas vulnerables , que antes de
la llegada de Internet ya se refugiaban en la casa y para los que la
red es una bendición venida del cielo. La falta de imprevisibilidad y la
capacidad de olvidar por completo la dimensión corporal, proporcionan a
los niños afectados las únicas relaciones posibles.